Morelia

Lo que le faltaba a nuestro querido y convulsionado país sucedió este 15 de septiembre: ataque a la población civil -7 muert@s, 100 herid@s- en Morelia, capital del estado de Michoacán. Estallaron dos granadas en una plaza llena de familias que celebraban la noche del Grito de Independencia, en las narices del gobernador Leonel Godoy -muy a salvo él, en su balcón. Parece que los sembradores de miedo han atinado. Son pocos los escritos en los diversos foros que afirman que no modificarán sus hábitos ni renunciarán a seguir transitando libremente por las calles de sus vidas, son pocos. Y aunque los primeros informes apuntan al crimen organizado, a Calderón le cayó del cielo este pretexto -ideal- para: a)fusionar en su primer mensaje al respecto a la delincuencia con sus adversarios y b) para seguir presionando al congreso para aumentar el gasto policiaco y militar. Al mismo tiempo la televisión aprovecha para apanicar, pedir mano dura y, desde luego, echar en el mismo saco a los delincuentes y a l@s millones de mexican@s con y sin partido que están en el movimiento por la defensa del petróleo, alegando -en favor de quienes quieren privatizar Pemex- que son tiempos de "unidad". Confunden traición a la patria con defensa de la soberanía. Es una absoluta falta de respeto y de una indiferencia que indigna el uso que hacen de la tragedia de decenas de familias para hacer propaganda a favor del gobierno. La estupefacción de las primeras horas va pasando, pero la que no se irá es la tristeza y la indignación ante este ataque cobarde y absurdo.